Una de cada cuatro mujeres operadas de cáncer de mama sufre linfedema tras la intervención quirúrgica, cuyos síntomas más apreciables son aumento del volumen del miembro afectado, edema, pesadez, enrojecimiento; asimetría física, desfiguración y problemas de movilidad.
Además, según informa el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid, una vez que aparece se convierte en una complicación crónica, por lo que es "extremadamente importante comenzar con las medidas preventivas inmediatamente después de la intervención quirúrgica".
Por esta razón, recomiendan a las pacientes operadas de cáncer de mama "realizar un programa de ejercicios de movilidad del brazo, para evitar que se produzcan complicaciones", además de someterse a un seguimiento regular, por parte de un fisioterapeuta, para que pueda educarla en unos hábitos higiénico-sanitarios adecuados.
Para hacer frente a todas las dudas que puedan surgir en torno a este trastorno, un equipo multidisciplinar del Hospital Infanta Leonor (Madrid) integrado por fisioterapeutas, médicos rehabilitadores y personal de enfermería han editado una guía en la que recomiendan como tratamiento el drenaje linfático manual, técnica específica de fisioterapia.
El linfedema es el aumento de volumen de una o varias partes del cuerpo, ocasionado por la acumulación de líquido tisular (linfa) que se encuentra entre la piel y el plano muscular. Se debe al mal funcionamiento del sistema linfático y, en muchos casos, se desarrolla tras una intervención para extirpar un tumor en la zona mamaria, en la que se suprime, además, un determinado número de ganglios axilares.
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