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miércoles, 14 de julio de 2010

Cambios de la mama

Al igual que el endometrio crece y se reduce con cada ciclo menstrual, la mama también lo hace. Tras la menstruación, con la subida progresiva de los estrógenos, las células ductales y acinares comienzan a proliferar y continúan desarrollándose durante todo el ciclo. En la fase secretora, bajo la influencia de la progesterona, aumenta la proliferación de las estructuras ductales terminales y se produce su vacuolización con incremento de la actividad mitótica de las células epiteliales basales.


Las células del estroma proliferan y se produce, además, un edema de éste.
Este efecto estimulador combinado de los estrógenos y la progesterona sobre los elementos del lobulillo mamario es lo que produce la sensación de plenitud que experimenta la mujer durante la fase premenstrual del ciclo.


Cuando aparece la menstruación, la caída de los niveles de estrógenos y de progesterona va seguida de la descamación de las células epiteliales, atrofia del tejido conectivo intralobulillar, desaparición del edema del estroma y contracción global del tamaño de los conductos y yemas glandulares.
En el tejido periductal se acumula una cantidad considerable de linfocitos.
Solo cuando se inicia el embarazo adquiere la mama su maduración morfológica y su actividad funcional completas. De cada yema glandular surgen numerosas glándulas secretoras verdaderas que adoptan la forma de racimo de uvas. Se produce entonces una inversión de la habitual relación estroma / glándulas, de manera que al final del embarazo la mama está formada casi enteramente por glándulas separadas por una cantidad relativamente escasa de estroma. Las glándulas secretoras están revestidas por células cúbicas en las que empiezan a aparecer vacuolas de material lipídico en el tercer trimestre.
Inmediatamente después del parto, se inicia la producción de leche. Tras la lactancia, la glándula regresa de nuevo y se atrofia, los conductos disminuyen de tamaño y lo mismo sucede con el tamaño global de la mama. Sin embargo, no suele producirse su involución hasta el estadio de la mama virginal normal y queda como residuo permanente un cierto aumento del parénquima glandular.


Con la menopausia, los conductos y el estroma se atrofian aun más, produciendo mayor contracción del estroma intra e interlobulillar. Las yemas glandulares desaparecen casi por completo a edades muy avanzadas y sólo persisten los conductos, que adoptan un perfil morfológico similar al del varón. Sin embargo, en la mayoría de las mujeres existe una estimulación estrogénica suficiente, posiblemente de origen suprarrenal, para mantener restos vestigiales de las yemas glandulares que diferencian, incluso a edades muy avanzadas, las mamas de una mujer de las mamas del hombre.
Dr. O. Guillermo Guillermo H.

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